LOCALES
Fue ayer al mediodía.
Publicada el Lunes 15 de Marzo de 2021
Después del ataque sufrido por la iglesia Catedral tras la marcha del 8M, este domingo hubo un abrazo simbólico para desgraviar el hecho.
El mensaje del obispo
Estamos celebrando en esta misa en desagravio por los actos violentos hacia la Iglesia Catedral el pasado 8 de marzo. Los agravios han sido realizados a las paredes y a lo que dentro del edificio se realiza. No se limita el daño a lo material, sino que también expresa desprecio hacia la comunidad cristiana que aquí celebra la fe. En la Parroquia se reúne la comunidad a rezar, a meditar la Palabra..
Se organiza la caridad para asistir a los pobres y enfermos. Se ayuda a crecer en la fe por medio de la catequesis. Muchos feligreses de diversos Departamentos de la Provincia pasan cotidianamente o de modo esporádico a realizar aquí sus momentos de oración personal. Por eso es importante esta celebración y las otras que se irán realizando las próximas semanas hasta la Pascua. Esta es la casa de Dios y de su familia. El Evangelio que hemos proclamado nos interpela en el amor a Dios y al prójimo. Ambos amores inseparablemente unidos. Por eso, aún cuando tengamos sentimientos de dolor por lo sucedido, de ninguna manera nos invade el rencor o el ánimo violento. Al contrario, somos llamados a poner en camino gestos de paz y reconciliación. Lo primero que pedía el mandamiento de la ley de Dios, y que repite Jesús, es “Escucha Israel…” Esto implica prestar atención a lo que Dios tiene para decirnos. Durante el día oímos ruidos diversos: una bocina, el motor de un vehículo, un silbido, conversaciones a nuestro alrededor…Todos son estímulos sonoros al sentido del oído. Pero escuchar es más que oír. A un amigo, a un médico que nos da el resultado de un estudio, los escuchamos. Dios nos pide que a Él también. Lo que tiene para decirnos es que el sentido de la existencia está en el amor, sin el cual la vida se diluye y se vuelve insulsa. No son los ritos los que nos unen a Dios, sino la pasión con que celebramos la fe y amamos a Dios y a los hermanos. El amor no es una idea o un sentimiento abstracto, sino una realidad concreta. Nos dice San pablo “¿no saben que ustedes son templo de Dios?”. (I Cor 6, 19). Por eso nos duelen las agresiones a todos los templos vivientes de los cuales cada templo edificado es signo y expresión. Los niños que padecen hambre, los enfermos abandonados son templos de Dios agredidos y mancillados. Las mujeres abusadas o tratadas con violencia son templos de Dios agredidos y mancillados. Cada niño, niña, adolescente secuestrado por las mafias de la trata de personas, son templos de Dios agredidos y mancillados. Cada varón o mujer que sufren la exclusión y el descarte son templos de Dios agredidos y mancillados. Dispongamos nuestro ánimo para comprometernos con quienes sufren la violencia y la traición, la agresión física y moral. El amor a Dios y a los hermanos se da de modo simultáneo. El mejor acto de reparación que podemos ofrecer a Dios es una conversión sincera a Él que nos lleve a construir una sociedad fraterna, justa y solidaria.
San Juan Bautista nos lleve al encuentro con Cristo vivo.
+ Jorge Eduardo Lozano
Arzobispo de San Juan de Cuyo